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martes, 7 de febrero de 2017

leyenda maya- El chom

Cuenta la leyenda que el rey de Uxmal, organizó un gran festejo en su palacio para honrar al Señor de la Vida, Hunab ku.
El rey de Uxmal se vistió con su traje de mayor lujo y se cubrió con finas joyas; luego, se asomó a la terraza de su palacio y desde allí contempló con satisfacción su ciudad, que se veía más bella que nunca. El rey de Uxmal ordenó a sus sirvientes que llevaran mesas hasta la terraza y las adornaran con flores y palmas.
Cuando todo quedó acomodado, los sirvientes dejaron sola la comida y entraron al palacio para llamar a los invitados.
No se dieron cuenta de que sobre la terraza del palacio volaban unos zopilotes, o chom, como se les llama en lengua maya. En ese entonces, estos pájaros tenían plumaje de colores y elegantes rizos en la cabeza. Al ver que la comida se quedó sola, los chom volaron hasta la terraza y se la comieron toda.
En ese momento, el rey de Uxmal salió a la terraza junto con sus invitados. El monarca se puso pálido al ver a los pájaros saborearse el banquete.
— ¡Esto no se puede quedar así! —Gritó el rey de Uxmal— Los chom deben ser castigados.
Entonces, uno de los sacerdotes tomó las plumas caídas de los chom y las puso en un brasero para quemarlas hasta que las plumas se volvieron negras. Después, las molió e hizo un caldo negro y espeso. Una vez que estuvo listo, los sacerdotes salieron del templo. Uno de ellos buscó a los sirvientes y les dijo:
—Lleven comida a la terraza del palacio, la necesitamos para atraer a los zopilotes.
Pronto hubo una mesa llena de platillos y muchos chom que volaban alrededor de ella, no lo pensaron dos veces y bajaron a la terraza para disfrutar de otro banquete. Pero esta vez los sacerdotes se escondieron en la terraza; apenas habían puesto las patas sobre la mesa, cuando lanzaron el caldo negro sobre los chom, mientras repetían unas palabras extrañas. Uno de ellos alzó la voz y dijo:
— No lograrán huir del castigo que merecen por ofender al rey de Uxmal.
A partir de hoy estarán condenados a comer basura y animales muertos. Al oír esas palabras y sentir sus plumas mojadas, los chom quisieron escapar volando muy alto. Bajaron de uno en uno a la tierra; pero al verse, su sorpresa fue muy grande. Sus plumas ya no eran de colores, sino negras y resecas. Además, su cabeza quedó pelona. Desde entonces, los chom vuelan lo más alto que pueden, para que los demás no los vean. Sólo bajan cuando tienen hambre a buscar su alimento entre la basura.

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